Debo confesar que escribir estas líneas me cuesta. Un sentimiento de frustración y de pena recorre mi espíritu. Y creo que no tengo porque esconderlo. Soy un hombre que entiende la vida con pasión. Soy católico, apostólico, hincha del glorioso Sport Boys del Callao y desde niño me cautivo la figura de Belaunde. Me inscribí en ACCIÓN POPULAR en 1979 y cuando Don Guido Chirinos Lizares, que fue Director de "Ultima Hora" y diputado en el segundo gobierno de FBT; me permitió tener una columna en "CRITICA 80" un diario coyuntural a la campaña de ese año; que tenía como Editor a Don Bernardo Ortiz de Zevallos; un periodista de solera del desaparecido "Diario de Baquijano"; cuando eso pasó, yo no dude desde esa trinchera, en apoyar la campaña que llevaría a Belaunde por segunda vez a Palacio de Gobierno.
A pesar de ser militante y de un breve paso por el SINACOSO y EL PERUANO, antes de irme a México; nunca hice vida partidaria ni visite Paseo Colón, por las mismas razones que hoy critico desde adentro -y ganándome enemigos gratuitos- el quehacer y las formas de hacer vida político-partidaria. Y eso que eran otros tiempos y otros los actores políticos.
Y digo lo anterior, porque hoy quieren convertir a "Edmundito" Del Águila en un Javier Alva -es el mismo traje que se quiso poder Mesías Guevara- y las caricaturas de los líderes de antaño abundan en estos tiempos por los pasillos de Paseo Colón y por las raleadas bases de un partido, que cree que las glorias pasadas o una representación en el Congreso -que solo se representa a si misma- lo hacen importante, en medio del descrédito de la clase política, de la ausencia de partidos políticos de a verdad y de una crisis que va a llevar inexorablemente al partido a su desaparición.
Y digo lo anterior, porque hoy quieren convertir a "Edmundito" Del Águila en un Javier Alva -es el mismo traje que se quiso poder Mesías Guevara- y las caricaturas de los líderes de antaño abundan en estos tiempos por los pasillos de Paseo Colón y por las raleadas bases de un partido, que cree que las glorias pasadas o una representación en el Congreso -que solo se representa a si misma- lo hacen importante, en medio del descrédito de la clase política, de la ausencia de partidos políticos de a verdad y de una crisis que va a llevar inexorablemente al partido a su desaparición.
El problema de ACCIÓN POPULAR no es necesariamente su falta de institucionalidad, la crisis es el resultado de un partido conservador, basado en un sesgo aristocrático, con una ideología que se parece a las auto partes de un carro chino; con marcadas diferencias de diverso tipo, entre su cúpula dirigencial y su militancia. El problema de ACCIÓN POPULAR es que es un partido que no ha sido capaz de repensar no solo sus postulados ideológicos y su estructura organizativa, sino de no adecuarlos a la hora presente. Un partido sin cuadros ni soporte técnico ni una élite intelectual como la que había cuando Belaunde estaba vivo. Al final es el signo de los tiempos. El tiempo de la mediocridad de la política y de los políticos.
Y en la crisis desatada hoy la responsabilidad está comenzando por Belaunde. Es necesario ser claros en reconocer que éste se quedo en la retorica pero no tuvo voluntad política real de desarrollar un programa estratégico, de cara al futuro para formar y capacitar cuadros de manera sostenida. Para enviarlos a estudiar afuera. Para integrar a los jóvenes al contacto con las grandes corrientes ideológicas del mundo. Fuera del poder todo fue verticalidad y reverencia a los fundadores. Por eso es que la generación de los cincuentones es una generación castrada política y conceptualmente, que se quedo respetando excesivamente a la generación de fundadores que debía reemplazar; sin romper la dinámica del partido, repitiendo simplemente el estribillo "Juventud he allí el grito de batalla" pero sin dar la batalla. Por eso es que se dan decisiones como la de -en medio de la crisis- buscar ancianos notables para que solucionen problemas que finalmente estos señores terminan ahondando siendo serviles al poder de turno.
Y en la crisis desatada hoy la responsabilidad está comenzando por Belaunde. Es necesario ser claros en reconocer que éste se quedo en la retorica pero no tuvo voluntad política real de desarrollar un programa estratégico, de cara al futuro para formar y capacitar cuadros de manera sostenida. Para enviarlos a estudiar afuera. Para integrar a los jóvenes al contacto con las grandes corrientes ideológicas del mundo. Fuera del poder todo fue verticalidad y reverencia a los fundadores. Por eso es que la generación de los cincuentones es una generación castrada política y conceptualmente, que se quedo respetando excesivamente a la generación de fundadores que debía reemplazar; sin romper la dinámica del partido, repitiendo simplemente el estribillo "Juventud he allí el grito de batalla" pero sin dar la batalla. Por eso es que se dan decisiones como la de -en medio de la crisis- buscar ancianos notables para que solucionen problemas que finalmente estos señores terminan ahondando siendo serviles al poder de turno.
Un partido con esas características, agudiza el sesgo autoritario de la política; lo que hace que el servilismo, el clientelismo, el oportunismo y la mediocridad se desboquen hacia un "caudillismo" con caudillos de cartón. Y allí están como muestra Kesell, Guevara, Vásquez y Edmundito Del Águila, un afortunado limitado político que gracias a su padre y a lo que el apellido representa dentro de la "aristocracia" acciopopulista, ha tenido la oportunidad y el camino sembrado para llegar al Congrezoo; para tener su cuarto de hora y ser la marioneta de turno de los verdaderos dueños del partido. De los que por jus saguini, por dinero y por presencia política, son los que manejan la franquicia de éste negocio que hoy se llama ACCIÓN POPULAR y que en un joint venture con Barnechea pretenden llegar al poder u obtener la tajada que más se pueda de él, en un país con matices de republiqueta.
En un partido donde los "liderazgos" superviven y rotan y donde al igual que en la sociedad, tampoco hay memoria histórica, porque en el caso de los partidos políticos, el clientelismo, la ambición de poder y las excrecencias de la política criolla, todo borran hasta la llegada de un "nuevo-viejo líder" o una nueva elección. Muchos de los que antes aplaudían a Guevara hoy están con lo que representa Del Águila, que arropado por el cargo que ostenta, por su poder de turno y por el dinero de sus titiriteros, hace lo que le critico a Guevara, esto es ser dirigente siendo congresista e impulsar sin rubor ni vergüenza, una elección fraudulenta de la que va a salir "ganador" sin importar que sea el partido el que pierda.
El asunto de fondo es que el mundano sabor de la victoria que obtendrá sin duda Del Águila y su gente no da legitimidad. Que la mediocridad y la medianía se terminan desnudando. Que esta especie de Nicolas Maduro acciopopulista, no va a representar ninguna renovación ni cambio y que solo va a ser leal a los patrones que lo encumbraron y a sus propias ambiciones. Y como todo da vuelta en la política, sus ayayeros de hoy van a terminar siendo mañana sus críticos o sus verdugos.
De la elección del domingo solo va a salir un partido botín. Un partido más dividido y fraccionado que el día anterior, con un Del Águila al que los laureles de la victoria se le van a marchitar rápido. Tan rápido como las ambiciones, la mediocridad y la soberbia de él y de sus patrones se muestre. Tan rápido como los apetitos de poder de sus serviles e incondicionales se desboquen, porque no pueden esperar más tiempo para disfrutar del botín. Tan rápido como el autoritarismo, la arbitrariedad y el abuso del poder se expresen por el mundano sabor de la victoria. El tiempo es finalmente el mejor amigo de la verdad. Y en política con respecto al poder ya todo esta escrito.
(*) Tras la publicación de este artículo veo que con histrionico cinismo, Alfredo Barnechea -socio empresarial de Garcia Belaunde, de Diez Canseco y de los el Águila en éste "negocio político" por el que solo buscan llegar al poder o tener la mejor tajada de él, en un país donde cualquiera puede ser Presidente- habla con histrionico cinismo de unas elecciones groseramente ilegales y fraudulentas, sin participación de la ONPE ni del JNE, impulsada por el control político de la facción que él integra, con un ente electoral "presidido" por un anciano de más de noventa años, como el médico URIEL GARCIA CACERES, manipulado, digitado y que ni siquiera sesiona.