Es indudable que hay en la vida motivos para celebrar. Una celebración es una razón para juntarse, para unirse, para limar asperezas. Hoy en el 103° Aniversario del nacimiento de Fernando Belaunde Terry, bajo la banderas de "Si a la Unidad y No al divisionismo" se llama a una celebración en Paseo Colón, que pretendo analizar y no descalificar.
El asunto desde mi punto de vista, es que "la celebración" más allá del formalismo institucional que le es propio -en lo que se refiere a las connotaciones de fondo- es impulsada por una de las facciones en disputa, la del Presidente del partido. Que la otra facción -cuyo busto parlante es Alan Kesell- no ha estado presente y queda claro, que no hay, que no ha habido, una solución a la crisis institucional de un partido, que exuda electoralismo por los poros.
En el contexto anterior, queda también claro y en evidencia, que sí hay divisionismo y que no hay unidad. Que se utilizan y manipulan los sentimientos de la militancia por su Jefe y Fundador, para hacer una demostración de fuerza, para usar la figura de Belaunde en la intención de inclinar la balanza en la puja interna. Para mostrar una unidad pegada con babas, que no es expresión de un partido monoliticamente unido, frente a un liderazgo que como el de Mesías Guevara, es expresión de poder antes que de conducción con visión institucional, programática y de futuro. Una celebración que tiene una grave deformación e interpretación. En política los lideres muertos no unen. Si no han unido en vida porque son expresión de una visión política, ideológica y programática, parcial, segmentada, de parte o "partidaria"; menos van a unir a la sociedad muertos. Por eso es un error -ante la pobreza intelectual y política- y la mediocridad imperante, jugar todas las cartas a la figura de Belaunde, como si fuera un icono nacional -entre un líder político y un icono nacional hay una gran diferencia- frente a un electorado joven que no lo conoce, que no sabe de política, de historia y ni siquiera de héroes y santos que sí son elementos de unidad en una sociedad.
En el contexto anterior, queda también claro y en evidencia, que sí hay divisionismo y que no hay unidad. Que se utilizan y manipulan los sentimientos de la militancia por su Jefe y Fundador, para hacer una demostración de fuerza, para usar la figura de Belaunde en la intención de inclinar la balanza en la puja interna. Para mostrar una unidad pegada con babas, que no es expresión de un partido monoliticamente unido, frente a un liderazgo que como el de Mesías Guevara, es expresión de poder antes que de conducción con visión institucional, programática y de futuro. Una celebración que tiene una grave deformación e interpretación. En política los lideres muertos no unen. Si no han unido en vida porque son expresión de una visión política, ideológica y programática, parcial, segmentada, de parte o "partidaria"; menos van a unir a la sociedad muertos. Por eso es un error -ante la pobreza intelectual y política- y la mediocridad imperante, jugar todas las cartas a la figura de Belaunde, como si fuera un icono nacional -entre un líder político y un icono nacional hay una gran diferencia- frente a un electorado joven que no lo conoce, que no sabe de política, de historia y ni siquiera de héroes y santos que sí son elementos de unidad en una sociedad.
Los muertos en política, los líderes políticos, son inspiradores, son referentes, se evocan. La política es presente y futuro, la política no es pasado. Lo que une son los liderazgos que los encarnan, que los reemplazan, que le dan su sello; lo que une es la creatividad; en la política, el sello personal, las propuestas que acercan al poder y los articulan con los sentimientos y las espectativas populares. Desde el punto de vista psicoanalítico, ante la ausencia deinstitucionalidad, de líderes; de presente y de futuro; se apela a un Belaunde de utileria que se maltrata en la comparación y en la continuidad de su obra y de su liderazgo.
ACCIÓN POPULAR no tiene hoy identidad, no tiene solucionados sus problemas electorales, dirigenciales, ni institucionales y sin embargo tiene ya "siete precandidatos presidenciales" y se anuncian muchos más. ACCIÓN POPULAR es una caricatura de partido, no hay institucionalidad, no hay liderazgo, planes ni programas, ni cuadros técnicos, ni mucho menos vocación de servicio -porque todo esta jugado a satisfacer cuotas de poder e intereses particulares- y sin embargo con retorica infame e histrionico cinismo, se insiste en una "experiencia de gobierno", que en el mejor de los casos tiene treinta años; un estado que ha cambiado y personajes que ya no están en éste mundo o que por su edad tampoco están en condiciones de trabajar en una realidad diferente.
Es demagogico, caricaturezco y una ofensa a la inteligencia ajena, hacer un homenaje a quien se identifica como líder político, como un hombre honesto, con nivel de estadista y visión de futuro; en función de discursos marcados por el punto común, la retorica hueca y un partido que se cae a pedazos o peor aún, exhibiendo como "el sagrario" a uno de los viejos fundadores, que están para el aplauso o el halago, antes que para el aporte o la reflexión sobre los problemas partidarios que parecen ignorar deliberadamente. Es igualmente demagogico y caricaturezco, rendir un homenaje a Belaunde con la realidad de partido que se tiene a la vista, con la mediocridad de los liderazgos que juegan a satisfacer intereses personales, que se sienten cómodos en mesas de honor; que no expresan con su conducta política ni seguir el ejemplo de Belaunde, ni cuidar su legado y mantenerlo vivo y vigente. Liderazgos que están divorciados de la ética política, de los valores y los principios que encarna la democracia. Y que creen o hacen creer, que con una huevada de partido pueden llegar al Congrezoo o ganar una elección.
Es inconcebible el nivel de ceguera de la cúpula que controla el partido y que es expresión de poder. Regocijados por estar rodeados por una militancia dócil y manejable, sin cultura política, sin sentido de la critica. Por una militancia mayoritariamente homo sacer, de la que se ufanan los capitostes partidarios, que esta cercana a los doscientos mil militantes -aunque solo voten dos mil y Paseo Colón este diariamente vacío. Los Señores de Paseo Colón, ignoran que el contrapeso a sus intereses personales, esta fuera de los muros del local central.
Aunque logren un posicionamiento interno de cara a las próximas elecciones, el tope a sus ambiciones personales -porque solo hay eso- esta en la propia sociedad, en la opinión pública, en su propia realidad, en conceptos que ignoran -y que son vitales en un proceso electoral- como compromiso, ilusión, como esa carga erótica, que encierra la política, el poder y una elección. Belaunde desde nuestro modesto punto de vista no merece el homenaje -menos el saludo- que se le ha dado. Ni siquiera han balbuceado el compromiso de ser mejor, de reconocer errores. Y eso dice mucho de los que hoy son los dueños de la franquicia y tienen el registro de la marca. Eso se llama soberbia y la soberbia en política es sinónimo del ocaso.
Aunque logren un posicionamiento interno de cara a las próximas elecciones, el tope a sus ambiciones personales -porque solo hay eso- esta en la propia sociedad, en la opinión pública, en su propia realidad, en conceptos que ignoran -y que son vitales en un proceso electoral- como compromiso, ilusión, como esa carga erótica, que encierra la política, el poder y una elección. Belaunde desde nuestro modesto punto de vista no merece el homenaje -menos el saludo- que se le ha dado. Ni siquiera han balbuceado el compromiso de ser mejor, de reconocer errores. Y eso dice mucho de los que hoy son los dueños de la franquicia y tienen el registro de la marca. Eso se llama soberbia y la soberbia en política es sinónimo del ocaso.
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