domingo, 16 de marzo de 2014

N° 276 - EL VALOR DE LA VERDAD

LA CRITICA Y LA FISCALIZACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA:


No hay posibilidad de construir una democracia sólida, basada en la institucionalidad, en el intercambio de ideas y propuestas, en la tolerancia y el necesario sabor a puyas y a picante de la política, sin critica ni fiscalización. Esta máxima, que resulta una mínima condición del quehacer político, es valedera tanto para la sociedad como para la interna de los partidos políticos en el Perú, donde hay una precaria institucionalidad partidaria, donde la regla general es que hay camarillas o cúpulas controlando  estas entidades, que terminan de espaldas al pueblo y como simples membretes que defienden intereses particulares o de grupo, con liderazgos mediatizados o cuestionados, sin un trabajo docente de formación de cuadros y marcados por la mediocridad, el oportunismo y el arribismo político.

LA TRINCHERA ACCIOPOPULISTA, que inaugura hoy su versión blogera, nació al interior del ACCIÓN POPULAR, hace ya varios años, como un medio que pretendía llenar el vacío de un inexistente espacio para la crítica y el análisis político, en un partido mayoritariamente cortesano, sin capacidad de auto crítica, anclado en el pasado y sin un liderazgo que impulse un renacimiento partidario, no desde el punto de vista del discurso político demagógico y efectista, sino de  realidades que impliquen, la obligatoria re-inserción del partido en  la sociedad, el protagonismo político y la cuota de poder que se traduce en triunfos electorales significativos y por ende, en votos que son los que conducen al poder.  

Desde la perspectiva anteriormente expuesta, a pesar de que no resulta agradable criticar y enfrenarse a naturales y comprensibles intereses por nada, hemos tratado de cumplir nuestro objetivo de la mejor manera que nos es posible; buscando que el militante tenga frente a sus ojos un texto bien escrito, equilibrado, que sirva para el debate, para la confrontación de ideas y para hacer docencia política, en un medio donde por lo general, la gente calla, mira a otro lado es mezquina o solo responde a sus amigos o a sus allegados.  En ese contexto, de cara a ésta nueva experiencia, a ésta nueva etapa de la publicación; sin capacidad para el autobombo, simplemente nos comprometemos en cada número, en hacer lo que hemos tratado de hacer hasta ahora, un aturado ejercicio del análisis y de la critica, que construya institucionalidad, sin compromisos con nadie ni con nada, que no significa para nosotros otra cosa, que preservar el legado ético, político y moral de Fernando Belaunde, un patrimonio que se suele utilizar con demagogia y oportunismo, por quienes ven en su nombre, una llave para actuar en política y para satisfacer intereses personales.

En ese contexto, el incidente con un joven dirigente del CEN, que muestra su intolerancia frente a la crítica, su falta de idoneidad para ser dirigente, su malcriadez  y su falta de madurez y capacidad para el debate y la confrontación de ideas; pone nuevamente sobre el tapete nuestra incapacidad como institución para formar políticamente cuadros. Algo que va de la mano con la carencia de referentes políticos, con la ausencia de una visión de partido y de país, que exprese los valores y principios del quehacer democrático. Un hecho que desnuda la forma en la que se eligen los dirigentes y se llenan los cargos. No necesariamente entre los mejores, entre los más calificados y capacitados, sino fundamentalmente entre los amigos, los patas, los ayayeros y los incondicionales. 

Ante la falta de cuadros, ante la incapacidad (por nuestra pequeñez institucional) de ser atractivos a ciudadanos independientes; quienes no tienen mayor talento que ser soldados, terminan con espada de oficial y mando de tropa, haciendo el ridículo, el triste espectáculo de este mozalbete que sin argumentos ofende, agravia e insulta. Si nuestros dirigentes dan solo vueltas en círculo, vueltas que conducen lamentablemente al partido, a que el "Cambio" ofrecido sea solo de palabras huecas y  de demagogia barata y electorera, donde lo único real en la agenda partidaria que se impusieron, es el regreso de quien les solvento la campaña. Queda claro que en esa dirección, las expresiones de éste joven, es una muestra no solo de la falta de cuadros con capacidad, para mirar y construir el futuro. Una prueba de la falta de talento para la alta política. Sino  que además implica que para Kessell y para su proyecto, el reto le quedo muy grande y  lo único que van a cumplir, es el objetivo personal de su patrocinador.

Esta anécdota partidaria y personal, debe hacernos reflexionar, si el futuro del partido esta asegurado, con campeonatos de fulbito, con dirigentes elegidos sin cumplir los requisitos -y cuyas deficiencias se subsanan trampeando y buscando sorprender o engañar al ente electoral- y con privilegios para los jóvenes hijos de los fundadores, por el solo hecho de ser "hijos de". Necesitamos el compromiso de los referentes partidarios en la formación de los jóvenes. La indiferencia de los fundadores frente a  la generación de los que hoy tienen cincuenta  años en promedio y que vivieron a su sombra no debe repetirse, porque las circunstancias son diferentes y porque el cambio generacional lo sufrimos desde hace tiempo y lo necesitamos con urgencia.  

El joven correligionario dirigente del CEN, incomodo por nuestras críticas, apela a denostar nuestra supuesta vejez y a objetar estrategias publicitarias añejas, que no supo explicar o desbaratar a la hora de invitarlo al debate y a la confrontación de ideas. Este Secretario de Nada, sin vergüenza ni rubor, dice que le apestan las criticas y las canas. Consciente de que su Secretario General Nacional pinta canas y que al burlarse de los viejos estaba escupiendo al cielo; el señorito dirigente; por el papelón y el ridículo que ha hecho, no tiene otro camino que renunciar al cargo.  Y si no renuncia, Kessel debe licenciarlo. Salvo que el Sr. Secretario General Nacional, haga honor a la reputación de persona buena gente que tiene, de hombre educado que partidariamente se le reconoce. Y que desconozca una vez más, que el liderazgo, la democracia y la política decente, implican, decisiones que no toma; valores, principios e institucionalidad, que tiene que preservarse a cualquier precio. Aun frente a los amigos, al silencio cómplice y al espíritu de cuerpo.


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