LA FIESTA ELECTORAL DE LOS DEL ÁGUILA:
Después de las Elecciones Municipales y Regionales del 2014, la élite política de ACCIÓN POPULAR; la cúpula que detenta el poder, los líderes del partido; no tienen tiempo para la auto crítica, para analizar la realidad del partido y los resultados electorales. Para el debate alturado de ideas, para el intercambio de visiones y de posiciones sobre el colectivo y el programa. Para la democrática lucha por un poder que interprete y represente en función de las ideas aurorales de Belaunde un país con justicia social.
Todos los "líderes" sin excepción guardan silencio o muestra una simple "preocupación", que en términos reales viene a ser lo mismo. Unos se aprestan a tomar la presidencia que les asegura la tajada electoral del 2016. Y por eso llaman gigantes a los pigmeos políticos que abundan en el partido. Por eso, como en los tiempos del "pisco y la butifarra" , los otros invitan comilonas de "agradecimiento"; esas que compran conciencias y dignidades de mercancía. Es en esos convívios, donde los egos de los líderes se levantan, donde se sienten "seres superiores", porque los oportunistas y los convenidos -tocando la lira- les cantan odas a su "sacrificio electoral" del 1% en la pasada elección; mientras las cortesanas; las geishas y las candys políticas, inventan el "gran partido" que supuestamente somos o buscan en medio de las miserias del poder, la escalera que las conduzca a la candidatura congresal, al carguito que maquille su mediocridad y las haga importantes.
Lo concreto y lo real, es que este es lamentablemente el nivel de la política criolla, estos son los partidos de la hora presente. Más allá del cinismo histrionico, de la retorica efectista y de la demagogia, se trafica o se falsifican valores o principios democráticos en beneficio propio. Se corrompe la poca institucionalidad que existe. Se muestra sin empacho y sin vergüenza la larga cola de la pendejada en la política. No hay capacidad de renuncia, no hay contenidos, No hay voluntad política que genere consensos y que busque reinventar el partido y salir de la crisis, para hacer política con decencia y con sentido social.
Un partido se construye de arriba para abajo. Pero en los predios de Paseo Colón los únicos que hablan de cambio son los de abajo, los indignados, el militante que cree que es posible hacer política honestamente y sin caretas. Los "líderes partidarios", esos que tienen pies de barro, esos que sacan -cuando les conviene- a Belaundes y Paniaguas de utilería; los que repiten de paporreta preceptos ideológicos de hace cincuenta años, que hoy no están vigentes, pero que en auditorios de ignorantes y de complacientes sirven supuestamente por mil años más, guardan silencio. Como guardan silencio los tibios, los timoratos, los que creen en el cálculo político como ejecutoria y que simplemente esperan ver como sopla el viento o por donde se cargan las tintas para inclinarse. Porque eso es finalmente también hacer política.
En un partido que ha dejado de ser en la entraña y en la esencia el partido de Fernando Belaunde. En un partido que es una estafa al pueblo, porque no representan a nada ni a nadie. Porque una élite o una cúpula y sus manchitas, ejercen arbitrariamente y a su antojo y conveniencia el poder; y solo buscan satisfacer sus intereses personales y engañar al pueblo. Se tiene por decoro que mostrar la lucha de los sectores que están en contra de esta mafias políticas. Se tiene que expresar que hay en la interna partidaria, capacidad de indignación y de denuncia, frente a vergonzosos cantos de sirena; como estos de los Del Águila, donde festejan con globitos su pobre votación, donde los ayayeros aplauden sus perfomances políticas de 1%, porque son supuestamente "dignas de elogio" y de "admiración". Cantos de sirena que son aprestos para buscar mantenerse en el poder.
Más allá de ese su efímero poder; de ser los Sumo Sacerdotes de este belaundismo falso y con ribetes delictivos, hay que demostrarle a la cúpula partidaria, a la élite; a los "líderes" que tenemos. Que la política no es servilismo barato. Que la política no son simples frase de cliche. Que la política no es complacencia con el poder. Que ellos están lejos de esa membrete de "reserva moral del país" con el que se etiquetan y se llenan la boca todos los días.
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